Comunicación/Educación

Textos de la Cátedra de Comunicación y Educación

Nombre: jorgehue
Ubicación: Argentina

29 marzo 2006

Domingo Faustino Sarmiento: Fragmentos de "Facundo"

Capítulo 1: Aspecto físico de la República Argentina y caracteres, hábitos e ideas que engendra

(...) Da compasión y vergüenza en la República Argentina comparar la colonia alemana o escocesa del sur de Buenos Aires y la villa que se forma en el interior: en la primera, las casitas son pintadas; el frente de la casa, siempre aseado, adornado de flores y arbustillos graciosos; el amueblado, sencillo, pero comple­to; la vajilla, de cobre o estaño, reluciente siempre; la cama, con cortinillas graciosas, y los habitan­tes, en un movimiento y acción continuos. Ordeñando vacas, fabricando mantequilla y quesos, han logrado algunas familias hacer fortunas colosales y retirarse a la ciu­dad a gozar de las comodidades.
La villa nacional es el reverso indigno de esta medalla: niños sucios y cubiertos de harapos viven con una jauría de perros; hombres tendidos por el suelo en la más completa inacción; el desaseo y la pobreza por todas partes; una mesita y petacas por todo amueblado; ranchos miserables por habitación, y un aspecto general de barbarie y de incuria los hacen notables. (...)
El hombre de la ciudad viste el traje europeo, vive de la vida civilizada tal como la conocemos en todas partes: allí están las leyes, las ideas de progreso, los medios de instrucción, alguna organización municipal, el gobierno regular, etc. Saliendo del recinto de la ciudad, todo cambia de aspecto: el hombre de campo lleva otro traje, que llamaré americano por ser común a todos los pueblos; sus hábitos de vida son diver­sos; sus necesidades peculiares y limitadas; parecen dos sociedades distintas, dos pueblos extraños uno del otro. Aún hay más: el hombre de la campaña, lejos de aspirar a semejarse al de la ciudad, rechaza con desdén su lujo y sus modales corte­ses, y el vestido del ciudadano (...).
El progreso está sofocado, porque no puede haber progreso sin la posesión perma­nente del suelo, sin la ciudad, que es la que desenvuelve la capacidad industrial del hombre y le permite extender sus adquisicio­nes. (...).


Capítulo 3: Asociación. La pulpería

«Le Gaucho vit de privations, mais son luxe est la li­berté. Fier d'une indé­pendance sans bornes, ses senti­ments, sauvages comme sa vie, sont pourtant nobles et bons».
Head

En el capítulo primero hemos dejado al campesino argentino en el momento en que ha llegado a la edad viril, tal cual lo ha formado la naturaleza y la falta de ver­dadera sociedad en que vive. Le hemos visto hombre, independiente de toda necesi­dad, libre de toda sujeción, sin ideas de gobierno, porque todo orden regular y sis­temado se hace de todo punto imposible (...).
No se olvide que hablo de los pueblos esencialmente pastores (...). Hablo de la aso­ciación de estancias (...). Las campañas agrícolas (en cambio) subdividen y diseminan también la sociedad (...): un labrador colinda con otro (...) establecen relaciones necesarias en­tre los habitantes de un valle y hacen indispensable un rudi­mento de villa que les sirva de centro (...).
(...) en esta singular asociación (...) los límites de la propiedad no están marca­dos; los ganados, cuanto más numerosos son, menos brazos ocupan; la mujer se en­carga de todas las faenas domésticas y fabriles; el hombre queda desocupado, sin go­ces, sin ideas, sin atenciones forzosas; el hogar doméstico le fastidia, le expele, digámoslo así. Hay necesidad, pues, de una sociedad ficticia para remediar esta de­sasociación normal. El hábito, contraído desde la infancia, de andar a caballo es un nuevo estímulo para dejar la casa. (...).
Salen, pues, los varones sin saber fijamente adónde. Una vuelta a los ganados, una visita a una cría o a la querencia de un caballo predilecto invierte una pequeña parte del día; el resto lo absorbe una reunión en una venta o pulpería. (...) En esta vida, (en) esta asociación accidental de todos los días viene, por repetición, a for­mar(se) una sociedad más estrecha (..., una) asamblea sin objeto público, sin inte­rés so­cial. (...).
Con esta sociedad (...) la cultura del espíritu es inútil e imposible. (...) La vida de los campos argentinos, tal como la he mostrado, no es un accidente vulgar: es un orden de cosas, un sistema de asociación carac­terístico, normal, único, a mi juicio, en el mundo (...). La asociación normal de la campaña (es) la desa­sociación.


(Fotografía de Domingo Faustino Sarmiento en su casa de Asunción del Paraguay, el día de su muerte, 11 de septiembre de 1888)